domingo, octubre 11, 2009

Enfermo de futbol, un líder: “Buenos días, yo soy Marcelo Bielsa”

Desde hace algún tiempo he empezado a descubrir un personaje que tiene una forma de actuar, de pensar y de decir muy interesante, y que hace pensar, Marcelo Bielsa.
Mas allá de que Bielsa actúe en el mundo del futbol, sus pensamientos aplican a muchas realidades.
Me pareció que compartir esto pudiese llegar a ser de valor, aunque dependerá mucho de quien lo reciba. Ojala sirva al menos para generar reflexión.
En este blog estoy publicando algunas frases aisladas, y partes de algunas entrevistas a Marcelo… sin desperdicios.
Pablo

No permito que se deje de luchar.

Un hombre con ideas nuevas es un loco hasta que sus ideas triunfan.

Para conseguir el éxito es inevitable el sufrimiento y la humildad.


Hay demasiada gente para lo que considero que puedo generar. Pero bueno, ya estoy aquí.
Su discurso se tituló "Conducción, Normas y Principios"
Es demasiada gente. Más de la que merezco, y no es falsa modestia. Nada de lo que diga es algo que no le haya escuchado a alguien antes, nada de lo que les diga será original.

Soy un especialista en fracasos y sé perfectamente que las adhesiones se pierden cuando se acaba el éxito. Hay gente exitosa que no es feliz, y gente feliz que no necesita del éxito. El éxito es una excepción y no un continuo.

No deberíamos difundir lo circunstancialmente exitoso si el objetivo es transmitir valores. Deberían difundir aquellos que no exaltan los valores con su figura.
Los valores son mucho más importantes que la figura que se utiliza para ofrecerlos a la sociedad.
Esa idea para mi es central. Cuando yo veía que se hablaba de virtudes internalizadas las que entran en la conciencia colectiva por el futbol y por el éxito futbolístico, indica que no están lo suficientemente internalizadas porque uno está autorizado a pensar que van a salir cuando pierda, entonces habría que reflexionar mucho sobre ese tema de cómo transmitir valores y como descubrir la propia identidad y a quien elegir para que la difunda, para que la vuelque en la sociedad.

La relación éxito y fracaso es una cuestión que para mí ha sido central en mi vida, yo he reflexionado, he pensado mucho sobre lo que significa triunfar y lo que significa fracasar. Como primera medida yo creo que éxito y felicidad no funcionan como sinónimos. Hay gente exitosa que no es feliz y hay gente feliz que no necesita del éxito para serlo. La obligación de todo ser humano es rentabilizar sus opciones para ser feliz, entonces nosotros deberíamos aclararle a la mayoría que el éxito es una excepción, no es un continuo. Los seres humanos de vez en cuando triunfan, pero habitualmente desarrollan, combaten, se esfuerzan y ganan de vez en cuando, muy de vez en cuando. Yo tenía un amigo en México que un día me hablo del heroísmo del obrero. Este sí que es fuerte, que se levanta cuando los hijos duermen y regresa cuando los hijos duermen.
La producción se mide en función de las posibilidades, no exclusivamente en función de los logros.
Tiene que haber una relación entre lo que una persona posee antes de empezar y a donde llega. Pero nosotros estamos acostumbrados a valorar solo al que llega más arriba.

El liderazgo se ve en la derrota y el conductor solo es bueno si ha superado la adversidad. Las operaciones y los cambios se hacen en la victoria, no en la derrota. La adversidad es el momento de observación de las cosas.
El liderazgo está directamente relacionado con la derrota. Porque es ahí cuando se verifica la consistencia del conductor.

Una de las claves que tiene que tener un líder, es que necesita ser querido para ganar, y no ganar para ser querido.

Desde afuera, el mensaje es absolutamente inverso.
Uno tiene que estar dispuesto siempre a sacrificar al jugador más importante.
Claro que hay jugadores que son muchos más importantes que el resto, pero si uno remarca eso, la colectividad se derrumba.
La vanidad de los futbolistas es un tema que no hay que atacar, sino que hay que manejar.
Si hay alguien que ataca eso, está profundamente equivocado.


Para mí, la confianza es un sinónimo de relajación. Yo prefiero el miedo, porque te obliga a estar atento. Creo mucho más en el miedo que en la confianza, entendiendo el miedo como una situación en la que se teme que suceda algo diferente a lo que se espera que pase. A diferencia de la confianza, que lleva a la relajación y que es la fuente del triunfalismo. El alerta que provoca el miedo es fundamental para la acción.

Un buen conductor se forja en la derrota, cuando es capaz de que sus valores y su estilo generen respeto y credibilidad incluso en la adversidad.
No me quieras porque gané, necesito que me quieras para ganar, quien es querido, se siente más seguro y está con una sensación de fortaleza superior para la tarea.

Tengo muy claro que uno tiene que querer sinceramente a quien conduce, y si no lo quiere naturalmente, tiene que aprender a quererlo.

Uno debe querer a quien conduce. Por eso hay que incluir al que no protagoniza y entender que los rebeldes no nos desafían, sino que simplemente están informándonos. Lo que no podemos permitir es que (los jugadores) dejen de luchar. El desborde, el desorden, lo que pase está admitido. Los choques, los bailes... Lo que no está permitido es que dejen de luchar. Si luchan por el objetivo de todos, merecen estar.

El liderazgo se ve en la derrota y el conductor solo es bueno si ha superado la adversidad. Las operaciones y los cambios se hacen en la victoria, no en la derrota. La adversidad es el momento de observación de las cosas.

El mejor en el fútbol es el que merece licencias. Los mejores son los que están obligados a una sobre entrega y las licencias y los perdones se vinculan con los que no son los mejores. Hay jugadores que son más importantes que otros, pero no les podemos permitir ser imprescindibles. El eje del aprendizaje es la copia. Es mucho más lindo ser creador que imitador, pero los vulgares copiamos.

Lo mejor del ser humano sale cuando el éxito nos abandona. Por eso, este tipo de actividades me asusta, me asusta dejarme seducir por la admiración, porque sé de antemano que es inmerecido.


Cuando uno martilla veinte veces mal y le acierta a la veintiuno, eso es producto de los anteriores errores.

El que lidera cualquier grupo tiene que presentarle al resto virtudes a las que hay que respetar.

He logrado identificar tres síntomas de un líder. Cuando entra al vestuario, el murmullo de los jugadores para. Cuando habla, todos tienen el deseo de escuchar, y cuando el líder cuanta un chiste, todos se ríen y si lo cuenta otro, no. Creo que el liderazgo está afianzado en la derrota, ahí se ve la capacidad de conducir.
El futbolista siempre se da cuenta cuando un entrenador lo engaña y es algo que jamás hay que hacer. Porque en la derrota, lo sacará a relucir. En la victoria, el líder siempre es rubio y de ojos azules, pero en el fracaso no. Yo creo que la adversidad nunca es el momento de cambio, así que no creo eso de que la crisis es una gran oportunidad. En la prosperidad es cuando hay que intervenir.

Yo entiendo la rebeldía del que no juega, les duele no jugar. Lo que no perdono es el que deja de luchar

No soy el responsable del material humano del fútbol chileno. Estaba desde antes. Nadie puede activar potenciales que no existen.

Creo más en el miedo que en la confianza. El miedo nos pone alertas.


Uno vive y necesariamente necesita jerarquizar virtudes, decir éstas son las virtudes que rescato en los demás y quisiera para mí, que respeto, que valoro. Yo aprendí por el deporte que la generosidad era mejor que la indiferencia, aprendí el valor de la significación del coraje, aprendí la importancia del esfuerzo y aprendí lo trascendente de la rebeldía.


No ganar y ganar no es lo mismo, pero ningún éxito inmuniza.


Tengo ideas que difícilmente abandono porque me hacen como entrenador. Me siento más cómodo si el equipo que dirijo logra atacar durante más tiempo del que defiende. Cuanto más rápido recuperemos la pelota, más posesión tendremos. Haré los esfuerzos para que esa idea sea bienvenida por los jugadores.

El fútbol actual es muy ágil, cambiante, sorpresivo y dinámico. Eso hace que las composiciones iniciales de un equipo se modifiquen infinidad de veces en el partido.

Un entrenador no es mejor por sus resultados ni por su estilo, modelo o identidad. Lo que tiene valor es la hondura del proyecto, los argumentos que lo sostienen, el desarrollo de la idea. No hay que juzgar la idea, sino el sustento. Yo puedo valorar proyectos antagónicos. Lo que nunca se puede hacer es sustituir las convicciones.

Conceptualmente, para mí, todos los partidos son iguales: hay que dominar y protagonizar todo lo que se pueda.

Si tuviera que elegir, diría que me siento más cómodo con el orden que con la espontaneidad. Hay entrenadores que propician un clima creativo dentro del equipo. No es que yo no valore eso, pero hay situaciones que son antagónicas y un técnico no puede estimular simultáneamente las dos cosas.


Acepto que soy el responsable, pero no soy un inútil.

Creo en los líderes, son indispensables porque todos necesitamos ser conducidos. Los momentos difíciles exigen una figura referencial.

Me quedé sin energía. Cuando eso pasa, no es decente insistir. Una persona para ser decente tiene que ofrecerle a la tarea la energía que reclama. El desgano presagia tempestades si uno no lo resuelve. Cuando vi que el desgano estaba instalado, tomé la decisión.

El exceso de confianza nunca es positivo.
QUE NO NOS GANE LA VANIDAD NI LA INHIBICIÓN...

No es lo mismo ganar que hacerlo contra los mejores

Lo que uno aspira es a que los jugadores sean previsibles, que antes del partido uno imagine cuál es la base a partir de la que van a producir y que eso no se altere. Los equipos se estabilizan cuando los jugadores se hacen confiables frente a sí mismos, ante sus compañeros y ante la competencia. Que jueguen más o menos lo que pueden. Ni muy por arriba de los que pueden ni muy por abajo.

Nunca me dejé tentar por los elogios. Los elogios en el fútbol son de una hipocresía absoluta. El fútbol está concebido así, tiene que haber o una gran alegría o una gran tristeza. Derrota o victoria, sangre o aplauso son valores muy caros al ser humano. Entonces, en el fracaso sufro mucho la injusticia del trato, no logré nunca dominar eso. Siempre sufro mucho cuando perdemos y cuando soy maltratado, pero sí logré no creerme la duración del éxito. Como no se revisa por qué ganaste, da lo mismo, te adulan por haber ganado no porque mereciste ganar, por el recurso por el que ganaste, entonces tuve claro siempre que esa franela, porque ése es el término, es impostora.

No permitan que el fracaso les deteriore la autoestima. Cuando ganás, el mensaje de admiración es tan confuso, te estimula tanto el amor hacia uno mismo y eso deforma tanto. Y cuando perdés sucede todo lo contrario, hay una tendencia morbosa a desprestigiarte, a ofenderte, sólo porque perdiste. En cualquier tarea se puede ganar o perder, lo importante es la nobleza de los recursos utilizados, eso sí es lo importante; lo importante es el tránsito, la dignidad con que recorrí el camino en la búsqueda del objetivo. Lo otro es cuento para vendernos una realidad que no es tal.


Estoy absolutamente convencido de que la fama y el dinero son valores intrascendentes. Pasa que claro, nos los describen con un peso tan significativo que parecería imposible resistirse a valorarlos. Creo que el espíritu amateur, el amor hacia la tarea, es lo único que vuelve satisfactorio el tránsito por el trabajo;


Los momentos de mi vida en los que yo he crecido tienen que ver con los fracasos; los momentos de mi vida en los que yo he empeorado, tienen que ver con el éxito. El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes. Si bien competimos para ganar, y trabajo de lo que trabajo porque quiero ganar cuanto compito, si no distinguiera qué es lo realmente formativo y qué es secundario, me estaría equivocando.

Yo soy un obsesivo del ataque. Yo miro videos para atacar, no para defender. ¿Saben cuál es mi trabajo defensivo? `Corremos todos´. El trabajo de recuperación tiene 5 o 6 pautas y chau, se llega al límite. El fútbol ofensivo es infinito, interminable. Por eso es más fácil defender que crear. Correr es una decisión de la voluntad, crear necesita del indispensable requisito del talento.